martes, 9 de julio de 2019

CAPITULO 5 (CUARTA HISTORIA)




Los niños salieron de la casa a la carrera, seguidos de un enorme perro negro. El niño y la niña bajaron por los desgastados escalones de piedra con el equilibrio fácil y la gracilidad de la juventud. El perro tropezó con sus propias patas y dio un salto mortal. «Pobre Fred» , pensó Paula al bajar de la camioneta. Daba la impresión de que nunca superaría su torpeza de cachorro.


—¡Mamá! —cada niño se aferró a una de las piernas de Paula.


Con seis años, Alex ya era alto para su edad, y con el pelo moreno como el de un gitano. Sus piernas bronceadas tenían heridas curadas a la altura de las rodillas y arañazos a la altura de los codos delgados. Paula sabía que no se debía a la torpeza, sino a su espíritu travieso. Jazmin, un año menor y rubia como una princesa de cuento de hadas, exhibía las mismas marcas de honor. 


En cuanto se agachó para besarlos, Paula olvidó su irritación y fatiga.


—¿Qué habéis estado haciendo?


—Construimos un fuerte —informó Alex—. Va a ser impregnado.


—Inexpugnable —corrigió su madre, pellizcándole la nariz.


—Si, y Samuel dijo que el domingo podría ayudarnos en su construcción.


—¿Podrás tú? —preguntó Jazmin.


—Después de trabajar —se inclinó para palmear a Fred, que intentaba abrirse paso entre los niños para obtener su parte de afecto—. Hola, muchacho. Creo que hoy he conocido a uno de tus parientes.


—¿Fred tiene parientes? —quiso saber Jazmin.


—Eso parecía —avanzó con los niños para sentarse en los escalones. Era un lujo poder oler el mar y las flores, tener a un niño bajo cada brazo—. Creo que conocí a su prima Sadie.


—¿Dónde? ¿Puede venir a visitarlo? ¿Es bonita?


—En el pueblo —respondió a las preguntas a quemarropa de Alex—. No lo sé, y sí, es muy bonita. Grande, como va a ser Fred cuando termine de crecer. ¿Qué más habéis hecho hoy ?


—Vinieron Lorena y Lisa —informó Jazmin—. Matamos a miles de invasores.


—Bueno, esta noche podremos dormir tranquilos.


—Y Max nos contó una historia sobre la invasión de Normalía.


—Creo que era Normandía —riendo entre dientes, besó la parte superior de la cabeza de Jazmin.


—Lisa y Jazmin también jugaron a las muñecas —Alex le lanzó a su hermana una mueca fraternal.


—Ella quería. En su cumpleaños le regalaron una Barbie nueva y un coche.


—Era un Ferrari —explicó Alex con aires de importancia, pero no quiso reconocer que Lorena y él habían jugado con el coche cuando las chicas salieron de la habitación. Se acercó más para jugar con la coleta de su madre—. La semana próxima Lorena y Lisa se van a Disney World.


Paula contuvo un suspiro. Sabía que sus hijos soñaban con ir a ese reino encantado que había en el centro geográfico de Florida.


—Un día iremos.


—¿Pronto? —instó Alex.


Quiso prometérselo, pero no pudo.


—Un día —repitió. El cansancio había retornado cuando se levantó para tomar a cada uno de la mano—. Corred y decidle a la tía Coco que estoy en casa. Necesito darme una ducha y cambiarme de ropa. ¿Vale?


—¿Podemos acompañarte al trabajo mañana?


Apretó la mano de Jazmin.


—Carola mañana está de guardia en la tienda. Yo tengo que ir a una casa —sintió la decepción de su hija con tanta intensidad como la suya propia—. La semana próxima. Id ahora —instó al abrir la sólida puerta delantera—. Miraré vuestro fuerte después de la cena.


Satisfechos, corrieron vestíbulo abajo con el perro pisándoles los talones.


«No piden mucho» , pensó Paula al subir por la escalera a la primera planta. Y quería darles mucho más. Sabía que eran felices y que se hallaban a salvo y seguros. Tenían una familia enorme que los adoraba. Con una de sus hermanas casada y las otras dos prometidas, sus hijos tenían hombres en su vida.


Quizá los tíos no reemplazaran a un padre, pero era lo mejor que podía hacer ella.



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