lunes, 15 de julio de 2019
CAPITULO 24 (CUARTA HISTORIA)
También en eso tenía razón. Durante un breve instante ella se permitió caer en el beso, en el calor. Necesitaba algo, a alguien. Si no podía conseguir cariño o compasión, se conformaría con el deseo. Pero cuanto más tomaba, más anhelaba su cuerpo algo que se hallaba fuera de su alcance. Algo que no podía permitirse el lujo de querer o necesitar otra vez.
—Esto va demasiado deprisa —musitó sin aire, apartándose—. Lo siento, comprendo que debes parecer que te envío señales confusas.
Él observó sus ojos, solo sus ojos, mientras el cuerpo le palpitaba.
—Creo que puedo separarlas.
—No quiero iniciar algo que no sea capaz de terminar —se humedeció los labios aún cálidos del contacto con los de Pedro—. Y ahora mismo tengo demasiadas responsabilidades, demasiado de qué preocuparme como para pensar siquiera en…
—¿Una aventura? —concluyó él—. Vas a tener que pensar en ello —sin dejar de mirarla a los ojos, agarró un puñado de su pelo—. Adelante, tómate unos días. Puedo ser paciente mientras consiga lo que quiero. Y te quiero a ti.
—Por encontrarte atractivo físicamente, no quiere decir que me meteré en la cama contigo —respondió llena de nervios.
—No me importa si te metes, si saltas o si hay que arrastrarte. Más adelante podremos decidir el método a emplear —antes de que ella pudiera insultarlo, sonrió, la besó y retrocedió—. Una vez arreglado eso, te enseñaré el retrato.
—Si crees que está arreglado porque… ¿qué retrato?
—Échale un vistazo y luego me lo dices.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario