martes, 6 de agosto de 2019
CAPITULO 30 (QUINTA HISTORIA)
Después de pasar el resto de la mañana y la primera parte de la tarde revisando las cuentas del hotel, Paula se dio la pequeña recompensa de estudiar durante una hora el libro de Felipe.
Disfrutó sumando los costes de las cuentas originadas por los gastos del establo, de los coches de caballos. Fue una revelación ver lo que costaba un baile en Las Torres en 1913 y, leyendo las notas al margen, comprender los motivos de Felipe.
Todas las invitaciones aceptadas. Nadie se ha atrevido a declinarla. B. ha encargado flores y hemos discutido. Es demasiado ostentoso. Le he dicho que una mujer nunca debe discutir con su marido. Llevará esmeraldas, no perlas como ella quería. Quiero que le enseñe a la sociedad mis gustos y mis intereses, y así le recuerdo cuál es su lugar.
Su lugar, pensó Paula sintiendo lástima por Bianca, habría estado junto a Christian. Qué triste era pensar que solo la muerte los había unido.
No quería dejarse llevar por aquella sensación de pena, de modo que pasó a examinar las últimas páginas. Allí, los números no tenían sentido. No había anotaciones de gastos, ni fechas. ¿Qué eran aquellos números? ¿Valores, acciones, el número de lotes de mercancías?
Tal vez, merecía la pena hacer una visita a la biblioteca pública para ver si podía averiguar alguna información sobre hechos acontecidos en 1913. De paso, podía acercarse al puerto para dejar la hoja contable correspondiente a abril y recoger más recibos.
Y, tal vez, se toparía con Pedro.
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