viernes, 9 de agosto de 2019
CAPITULO 42 (QUINTA HISTORIA)
Paula durmió más de la cuenta. Salió de la habitación corriendo a toda velocidad, abrochándose la blusa como podía. Se asomó a la habitación de Kevin, observó la cama hecha y suspiró. Todo el mundo estaba despierto y levantado, se dijo.
Se dirigió apresuradamente a su despacho, olvidándose de desayunar con su hijo, perdiéndose así uno de los pequeños placeres del día.
—Oh, querida —dijo Coco cuando Paula casi chocó con ella en el vestíbulo—. ¿Ocurre algo?
—No, lo siento, solo llego tarde.
—¿Tenías una cita?
—No —dijo Paula—. Quiero decir que llego tarde al trabajo.
—Oh, Dios mío, acabo de dejarte una nota en el despacho. Ve, ve, no quiero detenerte.
—Pero…
Coco se alejó, dejando a Paula con la palabra en la boca, de modo que esta se dirigió a su despacho.
Paula, querida, espero que hayas dormido bien. Tienes café en tu cafetera y te he dejado una cesta de magdalenas. No te quedes sin desayunar. Kevin ha comido como una lima. Qué bonito es ver a un niño disfrutando de su comida.
Pedro y él volverán a mediodía. No trabajes mucho.
Un saludo, Coco.
P.D.: Las cartas dicen que tienes que responder a dos importantes preguntas.
Una con tu corazón, la otra con la cabeza. ¿No te parece interesante?
Paula dejó escapar un suspiro y estaba releyendo la nota, cuando Amelia llamó a la puerta.
—¿Tienes un minuto?
—Claro —dijo Paula, y le dio la nota—. ¿Puedes interpretar esto por mí?
—Ah, uno de los herméticos mensajes de tía Coco —dijo Amelia, frunciendo los labios—. Bueno, lo del café y las magdalenas es fácil…
—Eso lo he entendido —dijo Paula, que ya se había servido una taza de café—. ¿Quieres?
—No, gracias, a mí ya me ha llevado las mías. «Kevin ha comido como una lima». Puedo dar fe de ello. Ha comido tres tostadas, peleando con Pedro por la última pieza.
Paula probó el café.
—¿Pedro ha desayunado aquí?
—Desayunando y bromeando con tía Coco, mientras le contaba a Kevin una historia sobre un pulpo gigante. «Volverán a mediodía». Bueno, Pedro se ha llevado a Kevin a ver las ballenas otra vez. No creo que haya que decir mucho sobre ello — añadió Amelia con una sonrisa—. Y nos ha parecido que no te importaría.
—No, claro que no.
—Y lo de las cartas desafía toda interpretación. Es algo inherente a la tía Coco — dijo Amelia dejando la nota en la mesa—. Es un poco misterioso, de todas formas. ¿Te han hecho algunas preguntas últimamente?
—No, nada de particular.
Amelia se refería a lo que Samuel le había contado: lo que sentía por Paula.
—¿Seguro?
—¿Eh? Sí. Estaba pensando en el libro de Felipe, supongo que se puede considerar una pregunta, por lo menos un enigma. Pero yo sí quería preguntarte algo.
—Adelante.
—Los números de las últimas páginas. Ya te las he mencionado antes —dijo Paula, abriendo un archivo y dándole una copia de la lista de números a Amelia—. Me preguntaba si podían ser números de cajas de seguridad o combinaciones de cajas fuertes, o referencias a propiedades, valores, no sé —dijo encogiéndose de hombros —. Sé que es una tontería prestarles atención.
—No —dijo Amelia—. Sé lo que te pasa. Yo también odio el desorden, y que las cosas no encajen. Examinamos la mayoría de los papeles de 1913 que quedan buscando pistas sobre dónde estaba el collar, pero no recuerdo nada que pueda tener que ver con esas cifras. Aunque voy a volver a examinarlo todo.
—Déjame a mí —dijo Paula—. Es como si fuera mi niño.
—Me alegro, porque tengo mucho que hacer y, con las celebraciones de mañana, apenas tengo tiempo de nada. Todo lo que hay está en el trastero que hay debajo de la habitación de Bianca en la torre. Está todo archivado en cajas, por año y contenido, pero aun así es un trabajo muy pesado.
—Me paso la vida haciendo trabajos pesados.
—Pues entonces te vas a sentir como pez en el agua. Paula, odio pedírtelo, pero es el día libre de la niñera, Samuel ha tenido que irse y yo tengo una cita en el pueblo esta tarde. Puedo cambiarla pero…
—¿Quieres que cuide a la niña?
—Sé que estás ocupada…
—Amelia, creía que nunca me lo ibas a pedir —dijo Paula con alegría—.¿Cuándo puedo ponerle las manos encima?
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