lunes, 12 de agosto de 2019
CAPITULO 51 (QUINTA HISTORIA)
Una hora después lo buscaban por toda la casa. Paula procuraba tranquilizarse y miró en todos los rincones, empezando por la torre y bajando habitación por habitación.
Tenía que estar allí, se decía. Lo encontrarían en cualquier momento. Pero le daban ganas de chillar de nerviosismo continuamente y tenía que contenerse.
Estaba jugando, seguro, se había ido a explorar, porque aquella casa le encantaba.
Había mandado fotos a todos sus amigos y familiares de Oklahoma, para que todo el mundo pudiera ver que vivía en un castillo.
Lo encontraría detrás de la siguiente puerta, se repetía Paula como una letanía.
Se topó con Susana en uno de los pasillos y sintió escalofríos.
—No me responde —dijo débilmente—. Lo llamo y no me responde.
—La casa es muy grande —dijo Susana, tomando las manos de Paula—. Una vez, cuando éramos pequeños, jugamos al escondite y tardamos tres horas en encontrar a Lila. Se había metido en un armario y se había quedado dormida.
—Susana. Faltan sus dos camisas favoritas y dos pares de deportivos. Dos gorras de béisbol, se ha llevado el dinero de la hucha. No está aquí, se ha ido.
—Necesitas tranquilizarte.
—No, necesito hacer algo. Llama a la policía. Oh, Dios mío… —dijo Paula, tapándose la cara con las manos—. Podría haberle pasado cualquier cosa. Solo es un niño. Ni siquiera sé cuánto tiempo lleva fuera. Ni siquiera sé… —dijo Paula. Tenía miedo—. ¿Le has preguntado a Alex, a Jazmin? A lo mejor les ha dicho algo. A lo mejor…
—Claro que les he preguntado —dijo Susana—. Kevin no les ha dicho nada.
—¿Adónde habrá ido? ¿Por qué? ¿Habrá vuelto a Oklahoma? —dijo Paula, y le pareció una posibilidad esperanzadora—. A lo mejor está tratando de volver a Oklahoma. Tal vez estaba triste y solo fingía que le gustaba estar aquí.
—Le gusta mucho vivir aquí. Pero vamos a comprobarlo. Ven, vamos.
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