domingo, 7 de julio de 2019

CAPITULO 71 (TERCERA HISTORIA)





Pedro caminaba nervioso por la habitación. 


Frunció el ceño y deseó tener algo que patear. Había conseguido estropearlo todo. No estaba muy seguro de cómo lo había conseguido, pero había herido, enfurecido y distanciado a Paula de un solo golpe. Jamás había visto a una mujer atravesar un espectro tan amplio de sentimientos en tan poco tiempo. De la tristeza a la furia, de la furia al hielo y todo sin dejarle decir una sola palabra.


Habría podido defenderse, si hubiera estado del todo seguro de cuál había sido la ofensa. ¿Pero cómo iba a saber que la iba a ofender que no le hubiera mencionado nada de la novela? Él no quería aburrirla. No, era mentira. No le había dicho nada porque tenía miedo, pura y sencillamente.


En cuanto a lo del ascenso, la verdad era que tenía intención de decírselo, pero se le había olvidado. ¿Cómo podía creer Paula que iba a aceptar ese puesto y marcharse sin decir nada?


—¿Y qué demonios querías que pensara, idiota? —murmuró y se dejó caer en una silla.


¡Después de todos sus planes, de su intención de cortejarla paso a paso! Todo su minucioso itinerario para hacer que Paula se enamorara de él, le había estallado en pleno rostro. Porque Paula llevaba enamorada de él y a mucho tiempo.


Estaba enamorada de él. Se pasó la mano por el pelo. Paula Chaves estaba enamorada de él y él no había tenido que utilizar una varita mágica ni poner en práctica ningún complicado plan. Lo único que había tenido que hacer era ser él mismo.


Había estado enamorada de él durante todo ese tiempo, pero él había sido demasiado estúpido para creerlo, ni siquiera cuando Paula había intentado decírselo. En ese momento, Paula debía estar encerrada en su habitación y no querría oír nada de lo que pudiera decirle.


Tal como él lo veía, tenía dos opciones. Podía continuar allí sentado, esperar a que se tranquilizara e ir después a suplicarle. O podía levantarse en ese preciso instante, llamar a su puerta y exigirle que lo hiciera.


Le gustaba la segunda idea. De hecho, pensó, era la más inspirada.


Sin darse tiempo para debatir consigo mismo, cruzó las puertas de la terraza.


Como eran las dos de la mañana, le pareció más sensato que llamar desde el interior y despertar así a toda la casa. Además era más romántico. De modo que abriría las puertas de la terraza, cruzaría la habitación y la estrecharía en sus brazos hasta que…


Su erótico sueño tuvo que cambiar de rumbo cuando la vio alejarse y desaparecer por el jardín.


Estupendo, pensó. Quizá fuera mejor. Un tórrido jardín en medio de la noche.


Aire perfumado y pasión. Paula no sabía lo que la esperaba.


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