jueves, 13 de junio de 2019

CAPITULO 38 (SEGUNDA HISTORIA)





—Sabía que te encontraría aquí —Paula entró en la gran sala circular que la familiadenominaba « la torre de Bianca» . Lila estaba sentada en el alféizar de la ventana, abrazándose las rodillas, con la mirada fija en los acantilados.


—Sí, a mí y al fiero Fred —saliendo de sus ensoñaciones, acarició al cachorro—. Nos estamos poniendo a tono para la sesión de espiritismo —cuando su hermana se sentó a su lado y pudo mirarla de cerca, le comentó—: Veo que se te ha borrado de la cara esa satisfecha sonrisa que tenías esta mañana en la cara… ¿Has discutido con Pedro?


—No.


—Ah, entonces ha debido de ser ese Stenerson. ¿Por qué lo soportas, Paula ? Ese tipo no es un hombre, es una rata.


—Porque trabajo para él.


—Pues despídete.


—Para ti es muy fácil —lanzó a Lila una impaciente mirada—. No todas podemos pasarnos los días enteros vagando por ahí como duendecillos del bosque… —de pronto se interrumpió, suspirando—. Perdona.


Lila se encogió de hombros.


—Me da la impresión de que no es solamente Stenerson lo que te molesta.


—Fue él quien empezó a amargarme el día. Me dijo que no tenía la mente puesta en mi trabajo, y tenía razón.


—Así que te distraes en tu trabajo.


—Me gusta mi trabajo, y se me da bien. Pero no me he estado concentrando, ni en eso ni en el collar, ni en nada desde que…


—Desde que apareció ese vaquero de Oklahoma.


—No tiene gracia.


—Claro que la tiene —Lila se abrazó las rodillas—. Así que pierdes un poco la concentración o te olvidas de alguna cita que otra. ¿Y qué?


—Mira, Pedro me está haciendo cambiar, y yo no sé qué hacer. Yo tengo responsabilidades, obligaciones. Maldita sea, tengo objetivos en la vida. Tengo que pensar en el mañana —el problema era que, cuando lo hacía, siempre pensaba en Pedro—. ¿Y si no se trata más que de una aventura? ¿Una maravillosa
y excitante aventura que acaba trastocando todos mis planes? Imagínate que dentro de unas semanas termina su trabajo aquí y se vuelve a Oklahoma. Y mi vida hecha un desastre…


—¿Y si te pide que lo acompañes?


—Eso sería peor —ruborizada, Paula se levantó y empezó a caminar, nerviosa—. ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Renunciar a todo aquello por lo que he estado trabajando, a todo lo que he esperado desde hace años?


—¿Lo harías?


—Me temo que sí —cerró con fuerza los ojos.


—¿Entonces por qué no hablas con él?


—No puedo —se sentó de nuevo—. Nunca hemos hablado del futuro. Supongo que ninguno de los dos quiere pensar en ello. Lo que pasa es que hoy yo sí que he empezado a pensar… y me he dado cuenta de que, apenas un mes atrás, ni siquiera lo conocía. Es una locura empezar a planificar mi vida en torno a alguien a quien conozco desde hace tan poco tiempo.


—Pero tú siempre has sido la más razonable de la familia —apuntó Lila.


—Bueno, sí.


—Entonces relájate —le dio unas palmadas en el hombro, cariñosa—. Cuando llegue el momento, tomarás la decisión más sensata.


—Espero que tengas razón —murmuró Paula, y se obligó a asentir con decisión. No tenía más remedio—. Claro que la tienes. Bueno, me voy a trabajar al almacén.


—Bien. Ya veo que vuelves a ser la misma de siempre… —se echó a reír Lila cuando su hermana abandonaba la habitación. Luego, cuando ya no podía oírla, añadió—: Venga, Fred. Vamos a ver si podemos desbaratar un poco sus planes…






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